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OTAN conmemora 75 años en una cumbre marcada por Ucrania y con su futuro en juego

Redacción / Milenio. México., 8 de julio de 2024.-La cumbre del 75 aniversario de la OTAN debía exhibir en Washington el triunfo de una alianza más grande y fuerte, pero estará empañada por la incertidumbre en torno a la guerra en Ucrania y la sombra de Donald Trump, candidato a la presidencia en Estados Unidos.

El anfitrión será el presidente estadunidense, el demócrata Joe Biden, quien lucha por su supervivencia política tras un desastroso debate contra el republicano, un escéptico de la OTAN.

Pero la estrella de la cumbre será el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, cuyo país no integra la alianza.

La OTAN, fundada en 1949 para proporcionar defensa colectiva contra la Unión Soviética, volvió a su misión original cuando los aliados se unieron en defensa de Ucrania tras ser invadida por Rusia en 2022.

Ucrania contó con la ayuda de la mayor parte de Occidente y esperaba derrotar a Rusia en poco tiempo. Pero las tropas rusas han seguido avanzando en el este del país.

Un funcionario europeo reconoció que el ambiente previo a la cumbre de la OTAN se ha vuelto «sombrío».

«Esta cumbre será muy diferente de los planes iniciales porque se celebra en un momento crítico para la seguridad europea», dijo el funcionario, que ha pedido el anonimato. «Rusia se encuentra hoy en una situación bastante cómoda. Creen que simplemente pueden esperar», afirmó.

La sombra de Trump

Max Bergmann, director del programa Europa, Rusia y Eurasia del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, estima que la cumbre llega en «el mejor de los momentos, y en el peor de los momentos».

«El mejor de los momentos, en el sentido de que la Alianza sabe de qué va: disuadir a Rusia. Los miembros de la Alianza están gastando más», afirmó. «Pero también es algo así como el peor de los tiempos, obviamente debido a la guerra en Ucrania, los desafíos de aumentar el gasto de defensa europeo, las preocupaciones sobre la fiabilidad de Estados Unidos», explica.
Trump, que en el pasado ha expresado su admiración por el presidente ruso Vladimir Putin, ha criticado durante mucho tiempo a la OTAN, que considera una carga injusta para Estados Unidos, que gasta mucho más que cualquier otro aliado en este mecanismo.

Francia, donde el presidente Emmanuel Macron ha sopesado enviar tropas a Ucrania, tiene ahora su propio escenario político que resolver, con difíciles discusiones entre partidos para nombrar a un nuevo gobierno, después de que la izquierda arrebatara inesperadamente la victoria a la extrema derecha en las elecciones legislativas, que se saldaron sin mayoría absoluta.

​El primer ministro húngaro Viktor Orban visitó a Putin días después de que su país asumiera la presidencia rotativa de la UE y poco antes de la cumbre de la OTAN.

Esta cumbre supondrá además el debut diplomático para el primer ministro británico Keir Starmer tras la aplastante victoria electoral del Partido Laborista.

Una salida para Ucrania

El secretario general saliente de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha liderado los esfuerzos para poner a la propia alianza, y no a Estados Unidos, a la cabeza de la coordinación de la ayuda militar a Ucrania.

Stoltenberg también quiere que los aliados se comprometan a proporcionar al menos 40 mil millones de euros (43 mil millones de dólares) por año en ayuda militar a Ucrania para librar la guerra contra Rusia.

Los diplomáticos creen que es en previsión de una posible victoria electoral de Trump, pero también son conscientes de que el apoyo a Ucrania dificilmente perdurará sin Estados Unidos, que bajo el gobierno de Biden ha aprobado 175 mil millones de dólares para Kiev en ayuda militar y de otro tipo.

La cumbre se celebra después de la incorporación de dos países a la OTAN: Finlandia y Suecia.

Según fuentes diplomáticas, Estados Unidos quiere una cumbre sin dramas y evitar las recriminaciones de la reunión celebrada el año pasado en Lituania, donde Zelensky no consiguió convencer a los miembros para una adhesión de su país a la alianza.

Las autoridades ucranianas reconocen que no hay posibilidad de que Washington cambie de opinión.

Biden y el canciller alemán Olaf Scholz se oponen porque estiman que admitir a un país que está en guerra equivale a que la propia OTAN se enfrente a una Rusia con armas nucleares.

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