Él renueva nuestra juventud (Sal 103, 5)
Queridos hermanos y hermanas en Jesucristo:
El domingo 21 de enero, III del tiempo Ordinario; celebramos en la Iglesia el Domingo de la Palabra de Dios, que ha sido instituido por el Papa Francisco. En este año, el lema que anima esta celebración es “permanezcan en mi Palabra” (Cfr. Jn 8,31). Esa es la llamada de Dios que cobra un valor especial en la Historia de nuestra Salvación. Los cristianos somos llamados a una cosa, una es la esencial: permanecer en Él. Estar de continuo con Él. Acampar para siempre en su Palabra que es Amor; ser cristiano es estar con Cristo y aprender de Él, configurarnos con Él para poder dejar que sea el Señor quien nos anime a ser mejores discípulos misioneros.
¡Permanecer en Él!, y es que, quien se aleja de Él, quien no fundamenta su vida en el Señor, no puede dar fruto. Así lo dijo Jesús a sus discípulos, “separados de mí nada pueden hacer” (Cfr. Jn 15,5). Cuando nos separamos de Jesús simplemente no podemos ser cristianos, ni ciudadanos del Reino, ni padres y madres, ni seminaristas, ni sacerdotes, ni religiosas; simplemente nada podemos, lejos de Jesús todo esfuerzo está condenado al fracaso. “Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles” (Cfr. Sal127,1).
Para nosotros, en la Iglesia que camina en Xalapa, esta celebración se enmarca en el gran movimiento del Año Juvenil Vocacional, pues la Palabra de Dios es siempre nueva, y siempre que nos acercamos a ella nos rejuvenece. Jesús hace nuevas todas las cosas, y siempre que nos acercamos a Él, Palabra por excelencia del Padre, despierta la juventud de nuestro corazón. La Palabra de Dios es esa lluvia que siempre que desciende nos fecunda, nos lava del polvo que se nos va pegando en el camino de la vida, y nos anima a tener los mismos sentimientos de Cristo.
En cada Eucaristía se nos ofrece el alimento de la Palabra de Dios, que nos vivifica, nos sostiene, pero también nos confronta. Porque la Palabra de Dios ha sido inspirada por el Espíritu Santo y, siempre que la acogemos con fe, ella nos da una nueva visión de la vida, de nuestra propia vida y de nuestro propio seguimiento del Señor. En el principio todas las cosas vinieron a la existencia por la Palabra de Dios. Siempre que nos acercamos a esta Palabra, nuevas fuerzas vienen a nosotros.
En la Sagrada Escritura nos encontramos con Cristo, y como dice el Papa Francisco, “Él es la más hermosa juventud de este mundo”, (CV 1), y cuando nos dejamos tocar por Él es Él mismo quien nos mira, nos toca, nos envuelve, y, “todo lo que Él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida. ¡Él vive y te quiere vivo!”. (CV 1). Por eso, cuando nos acercamos a la Palabra de Dios nos encontramos con Jesús, y al verlo Él nos impulsa a lo grande, nos compromete con el mundo y con los hermanos.
El Domingo de la Palabra nos recuerda que la Iglesia siempre ha venerado la Sagrada Escritura con un especial amor, reconociendo en ella la Palabra de Dios, por esta razón, no dejemos de amar la Palabra de Dios y aprovechemos esta celebración para venerarla en nuestras comunidades y en nuestros hogares.
Aprendamos de nuestra Buena Madre María que acogió la Palabra en su seno y sigamos su consejo de hacer siempre lo que el Señor nos diga.
<< Con María, todos discípulos misioneros de Jesucristo >>
Xalapa de la Inmaculada, Ver., 17 de enero de 2024.
♰ Jorge Carlos Patrón Wong.
V Arzobispo de Xalapa.