Redacción / VentanaVer. Xalapa, Ver., 16 de abril de 2025.-Con el fin de unir el desarrollo de la ciudad con la cultura y la naturaleza, y para ayudar a que se recupere el ecosistema único del Pedregal del Xitle, al sur de la Ciudad de México, se ha abierto un vivero especial en la Zona Arqueológica de Cuicuilco (ZAC). Es el primero de este tipo en un lugar que antes fue una ciudad antigua.
El vivero tiene 7 mil 500 tipos de plantas, incluyendo árboles, arbustos y hierbas que son originarias o solo se encuentran en esta región.
Este proyecto es parte de un plan más grande para restaurar la naturaleza en la ZAC. En él trabajan juntos la Secretaría de Cultura del Gobierno de México (a través del INAH), el Grupo de Ecología y Conservación de Islas AC (GECI), la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Escuela Nacional de Ciencias de la Tierra y la Universidad Autónoma de Chapingo.
Esta idea, apoyada por la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, cuenta con un grupo de expertos que investigan y observan las plantas y los animales, cuidan el vivero y explican por qué es importante para la cultura y la naturaleza. Después, las plantas del vivero se usarán para volver a plantar árboles y otras especies en la zona arqueológica y sus alrededores.
Federico Alfonso Méndez Sánchez, director general del GECI, explicó que el objetivo es cuidar y recuperar lo que queda del ecosistema del Pedregal del Xitle. “Esperamos que esto ayude a que se filtre mejor el agua y haya menos inundaciones, que aumente la variedad de plantas y animales nativos, que la gente de la comunidad conozca y valore este lugar, que se formen expertos y que este proyecto sirva de ejemplo para otros sitios”, dijo.
El vivero mide seis metros de ancho por 20 de largo y puede tener hasta 10 mil plantas. José Luis Navarro Sandoval, encargado del vivero de plantas nativas de Cuicuilco, detalló que las plantas se producen de dos maneras: una moderna, donde cada semilla se pone en un recipiente individual, y una tradicional, donde la semilla germina en una bolsa.
Añadió que se planea volver a plantar en las 25 hectáreas de la ZAC con la mitad de las plantas que se produzcan en el primer año. La otra mitad se regalará a las personas que la necesiten para ayudar a que se recupere el ecosistema volcánico de la ciudad. “Queremos enseñar a la gente a usar más plantas nativas en la construcción y el diseño de la ciudad”, señaló.
Sobre cómo funcionará el vivero, César Arturo Lozano Cabello, director del INAH, informó que aunque no estará abierto al público, se harán talleres educativos con gente de la ZAC y de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. El fin es que más personas investiguen y cuiden el patrimonio natural y cultural.
Luis Alberto Martos López, director del INAH, comentó que este proyecto se puede usar como ejemplo en otras zonas arqueológicas del país para estudiar cómo los animales, las plantas y los grupos humanos se adaptan a su clima.
El biólogo Jerónimo Berruecos Frank dijo que el Pedregal del Xitle es un ecosistema volcánico único y muy valioso para la ecología, el agua, la cultura y la educación. Tiene muchos tipos de vida que ayudan a que el agua siga su ciclo gracias a que la tierra absorbe mucho líquido. Además, protege los restos arqueológicos.
También mencionó que es como un lugar verde en medio de la ciudad, importante para los animales que viajan y para las personas. Tiene potencial para la investigación científica y para enseñar sobre el medio ambiente. Por eso, cuidarlo es clave para que la ciudad sea más fuerte ante los problemas.
Pedro Camarena Berruecos, director de la Secretaría de Medioambiente de la Ciudad de México, explicó que las plantas que se cultivarán en el vivero son solo una pequeña muestra de todas las que hay en el Pedregal. Para elegirlas, se buscaron ejemplares en diferentes partes de la ZAC. “La idea es saber qué plantas todavía existen en el Pedregal y volver a ponerlas en ese mismo lugar”, concluyó.
En el segundo año del proyecto, se trabajará en hacer más fuerte el matorral xerófilo nativo, plantando más especies de la zona, controlando las plantas y animales que no son de aquí, acercándose más a las comunidades locales y revisando constantemente cómo avanza la recuperación del ecosistema.
Estas acciones muestran el compromiso de las instituciones participantes para recuperar los ecosistemas de la ciudad y construir una ciudad que pueda resistir mejor los cambios.