Redacción / Milenio. México. 4 de noviembre del 2021.- Unos minutos después de terminar su turno, el policía Eric Burgos fue acribillado por un par de hombres armados que lo interceptaron a menos de 200 metros de la comisaría donde trabajaba, en la colonia Lomas de San Agustín en Naucalpan, Estado de México. Sus compañeros que patrullaban la zona asistieron a su auxilio y, ante la falta de una ambulancia, lo llevaron hacia el hospital más cercano, pero el agente murió a medio camino.
Un ex compañero de Eric catalogó a la víctima como un policía “exigente en su trabajo y con sueños de superación” y no se explica qué motivó el ataque contra su compañero.
“¿Motivos? No podría decirlo, pudo haber sido el trabajo que llevamos aquí, que haya detenido a alguien. Él tuvo muchas detenciones, participó en varias detenciones de personas, probablemente sea por alguna de esas aprehensiones”, señaló el agente municipal que prefirió el anonimato.
Así como Eric Burgos falleció el 22 de julio, 726 policías han sido asesinados mientras se encontraban fuera de su horario laboral en los últimos dos años.
Cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) revelan que, en los últimos dos años (2019-2020), han perdido la vida mil 378 policías por actos violentos, de los cuales 652 se encontraban realizando acciones propias del cumplimiento de sus funciones. En suma, cinco de cada 10 agentes fueron asesinados en su tiempo de descanso laboral.
Hasta 2015, la mayoría de los policías federales, estatales y municipales eran asesinados mientras portaban el uniforme, pero al año siguiente esta tendencia comenzó a revertirse. Especialistas en el tema aseguran que esta estadística criminal puede explicarse debido a que los grupos delincuenciales realizan trabajo de inteligencia, algo que brilla por su ausencia en la mayoría de los cuerpos policiacos del país.
“Al momento de que (los criminales) infiltran a alguien dentro de una corporación, lo que hacen es inteligencia, recaban información para usarla a favor de sus intereses. Y, en cambio, nosotros no tenemos un sistema que contrarreste lo que estas personas hacen y por eso somos tan vulnerables, porque no sabemos de dónde nos va a llegar algún atentado, de dónde nos van a llegar a atacarnos”, explicó el líder del Sindicato Nacional de Policías (Sinapol), Rodolfo Basurto.
“Matan a un policía y no sabemos quién fue o por qué lo hizo. En cambio, si tuviéramos la información necesaria poco a poco tendríamos ya ubicados posibles focos rojos para estarnos cuidando. Creo que hace falta esa parte, pero tiene que empezar con un mando que conozca de esto y que sepa que eso es lo que tiene que hacer”, añadió el líder sindical en entrevista con MILENIO.
José Antonio Álvarez, especialista de la UNAM en temas de seguridad, coincide con que hace falta un mayor trabajo de inteligencia, pero agregó que la política de no enfrentamiento quita poder de fuerza a los cuerpos policiacos porque los delincuentes saben que no los atacarán abiertamente.
El experto señaló que “los criminales están haciendo lo que no hace el Estado, ellos se anticipan e intimidan a quienes operan las acciones policiales. (…) Ir a buscar a policías en sus horas de descanso, buscarlos en sus domicilios y vulnerar su espacio significa un anuncio de violencia e intimidación para que los policías sepan hasta dónde son capaces de llegar con tal de tener impunidad”.
Causas de muerte
Las estadísticas de mortalidad del Inegi, entre 2019 y 2020, señalan que las armas de fuego son el principal medio de agresión para asesinar policías, con el 75 por ciento de los casos.
En el desagregado de agresiones por armas de fuego, destaca que mil 113 agentes de seguridad pública fueron asesinados en calles y carreteras, mientras que otros 147 policías fueron abatidos en su vivienda.
Ante esta situación, Rodolfo Basurto explicó que los agentes de seguridad también quedan desprotegidos una vez que salen de sus horas de servicio porque ya no están armados y eso facilita el accionar de los criminales.
“Una vez que el policía sale de servicio y tienen derecho a disfrutar de su tiempo y de su familia queda desprotegido porque ya no está armado. Últimamente se ha visto un incremento en el número de ataques en contra de los compañeros cuando están en sus casas, cuando van en la calle o su vehículo”, explicó.
El panorama adverso que denuncian los policías se basa, principalmente, en que se sienten abandonos por las dependencias, pues no son apoyados con capacitaciones o mejores prestaciones laborales que permitan mayor seguridad para ellos y sus familias en caso de sufrir algún ataque armado.
“Nos sentimos muy vulnerables, muy abandonados por el propio gobierno, para ellos nada más somos un número. Nada más con hacer una ceremonia con el cuerpo presente y llevar flores sienten que ya cumplieron y no van más allá, no se exige que haya una investigación, no se exige justicia. Las familias batallan en demasía para conseguir el apoyo de las instituciones con el cobro del seguro de vida”, denunció Basurto.
Impunidad y soluciones
A la falta de protección institucional se le suma la alta impunidad que gozan los grupos delictivos que asesinan o hieren a un guardia público, pues un alto número de asesinatos de policías quedan sin resolverse.
“Cada vez es más evidente el nivel de agresividad y de violencia hacia nosotros, el nivel de impunidad sobre todo, prácticamente ningún caso se investiga o se logra la detención de los responsables y eso es algo que nos preocupa en demasía”, declaró Basurto.
Datos de la organización México Evalúa muestran que 98 de cada 100 delitos quedan sin investigar. Esto deriva en que México se destaque a escala mundial entre las naciones con mayores niveles de impunidad, pues se ubica en la posición 60 entre 69 países analizados por el Índice Global de Impunidad 2020.
Con el objetivo de disminuir las agresiones en contra de los cuerpos de seguridad, el especialista de la UNAM, José Antonio Álvarez, recomendó incrementar las sentencias contra los civiles que atenten contra un policía sin importar que se encuentre fuera de servicio, así como ocurre en otras latitudes.
“En otros países no se puede tocar a un policía y menos por cuestiones relacionadas con su trabajo, aunque no esté en el. Es hacer intensivo ese resguardo punitivo, aunque aumentar las penas no siempre es prevenir el delito, pero al menos será un parámetro de respuesta del Estado”, señaló el especialista.
En dos años, 726 policías han sido asesinados fuera de su horario laboral. (Especial)
Como medidas adicionales, el Sinapol propone que, si un agente está en peligro de ser víctima de un atentado, existan cambios de adscripción de un municipio a otro, de tal manera que los delincuentes no los puedan ubicar fácilmente. Además, piden que los policías puedan portar el arma de fuego estando fuera de servicio para tener la oportunidad de defenderse.
Las cifras del Inegi revelan que, en términos reales, los estados con más policías asesinados en su tiempo de descanso son Guanajuato y Estado de México. En la primera demarcación se reportaron 108 bajas durante los últimos dos años, mientras que en la segunda se cometieron 72 homicidios. Tan solo estas dos entidades concentran el 25 por ciento de los casos a escala nacional.
Sobre estas demarcaciones, Álvarez señaló que históricamente el Estado de México y Guanajuato son los estados que generan tránsito y dominio de los grupos criminales de manera territorial y de acceso al mercado, por lo que la intimidación o ataque directo a los policías les permite un mayor control sobre estas regiones.
Días y horarios de los ataques
En lo que se refiere a los días y las horas en que se reportan más asesinatos, el reporte del Inegi titulado “Policías Abatidos: el riesgo se servir a la Seguridad Pública en México”, explica que la frecuencia más alta de homicidios a policías se da los viernes, con 18.6 por ciento de los casos, mientras que los miércoles y sábados se registran 16.2 y 15.6 por ciento, respectivamente.
Respecto a la hora de ocurrencia, el informe indica que 44.7 por ciento de los asesinatos ocurrió entre las siete de la noche y las seis de la mañana, mientras que 22.1 por ciento fue entre seis de la mañana y las 12 del día, y 27.1 por ciento de los casos ocurrieron entre las 12 del día y las siete de la noche.
Con estos datos, los especialistas del Inegi señalan que “no se puede concordar con la literatura en cuanto a que es durante la noche y en la madrugada cuando ocurren más abatimientos”.
Con respecto a la edad de los policías abatidos, la publicación señala que entre 2013 y 2018 la mayoría de las víctimas tenían entre 30 y 39 años al concentrar 40 por ciento de los casos. De esta manera se deja de lado la teoría de que los agentes jóvenes son las víctimas más recurrentes, pues los menores de 30 años sumaron 24 por ciento de los delitos.
“La población de policías más vulnerables a una muerte por homicidio no ha sido la más joven porque, si se consideran los policías abatidos por edad en proporción al total de policías en ese rango de edad, los policías de mayor edad son los más abatidos”, se explica en el informe.
La organización Causa en Común señala que, en lo que va del año, se han asesinado a 325 policías en el país, de acuerdo con diversas notas periodísticas, esto deja un promedio diario de 1.13 policías abatidos. Los estados más violentos para los cuerpos de seguridad son Guanajuato (43), Estado de México (38), Zacatecas (30), Chihuahua (24) y Veracruz (23).
Actualmente los policías estatales y municipales presentan los niveles de confianza más bajos entre los cuerpos de seguridad que operan en nuestro país. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Urbana del Inegi, el 55 por ciento de los ciudadanos confían en la labor de los cuerpos estatales, mientras que solo 49 por ciento lo hace con los municipales.
Ante el panorama adverso en el que se desempeñan los policías, José Antonio Álvarez dejó en claro que, además de un esfuerzo político y legal, se debe crear un mejor entorno social para que los ciudadanos respeten al gremio policial.
“Si la cultura cívica no genera elementos de valores sociales para que la sociedad respete la institucionalidad policiaca, pues imagínese un criminal; o sea, esto le ayuda con mayor facilidad a que, cuando algo pase, la policía sea quien realmente comete los errores, lo hace mal, sea débil. Se deja solo al policía y, ante la violencia ciudadana y la del crimen organizado, están totalmente desprotegidos”.