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Arzobispo presidió los oficios del Viernes Santo en la catedral.

Redacción / Ventanaver. Xalapa, Ver., 15 de abril de 2022.- Este viernes Santo hacia las 6 de la tarde Monseñor Jorge Carlos presidió el oficio de la pasión del Señor, realizó la procesión de entrada por la nave central en total silencio, llegando al presbiterio se postro rostro en tierra, el Padre Roberto Reyes Anaya y el Padre José Carlos Moreno Barrera se arrodillaron uno en cada lado, todos los fieles se arrodillaron y se oró en silencio, al incorporarse llegó a la cátedra para rezar la oración colecta y proceder con la liturgia de la Palabra que incluye la lectura de la pasión según San Juan.

Durante la reflexión, el arzobispo dijo:

“La cruz, la cruz de Cristo. Cristo agonizando, Cristo sufriendo, Cristo amándonos hasta el extremo.

A partir de este viernes Santo toda la humanidad es atraída por la Cruz, porque toda vida humana, cada dolor, cada sufrimiento, cada pecado está en la Cruz de Cristo, es por esto que hoy es día de la Cruz.

La Cruz muestra los dos grandes extremos de la humanidad, por un lado podemos ver la maldad, el dolor, la corrupción, la manipulación hasta el extremo, el mal con todo su esplendor, la muerte reinando, pero por el otro lado podemos ver el amor hasta el extremo, la misericordia hasta el extremo, la ternura hasta el extremo.

Cuando abrazamos la Cruz no la abrazamos hace 2 mil años, la abrazamos de acuerdo a nuestra vida, abrazamos la Cruz de nuestra historia, la Cruz es actual, es nuestra, es de todos los días. En la Cruz nos hacemos corresponsables del mal, en el egoísmo, en el abandono, en la infidelidad a Cristo, en la indiferencia ante el hermano que sufre. Pero también somos corresponsables en la Cruz gloriosa de Cristo, en la Cruz del amor, en la Cruz que salva.

Hoy que venimos a venerar la Cruz le pedimos perdón a Jesús por cada vez que no hemos sido sus seguidores, que nos hemos ido por otro camino, le pedimos perdón al Espíritu Santo por cada vez que nos hemos negado a su acción para hacer el bien. Hoy públicamente decimos: todos somos pecadores, hoy la Cruz de Cristo es por mi y para mí salvación.

Sólamente en la Cruz gloriosa de Jesús, nace la vida y únicamente los que somos capaces de abrazar la Cruz podemos generar vida.

Hoy pedimos perdón a Papá, a Mamá, al hijo o la hija, al amigo al compañero de trabajo porque nuestras acciones y faltas han lastimado y dañado a los que amamos. Y decimos: perdóname porque no sabía lo que hacía.

Cuando no hay explicación al dolor, a la indiferencia, solamente María nos hace abrazar la Cruz y confiar plenamente en Dios, confiar plenamente que el amor vence al odio, pero sobre todo que el bien vence el mal. Ella lo comprueba cuando recibe a su hijo muerto, ella nunca reclamó a Dios, ella nunca nos reclamó , ella abrazó a su hijo muerto y confío en Dios”.

Al finalizar la reflexión se procedió a la oración universal en la que se pide por toda la iglesia, desde el Papa hasta los laicos.

Una vez terminada la oración los celebrantes bajaron al vestíbulo por la Cruz que fue descubriéndose poco a lo largo de la nave central al mismo tiempo que cantaba: «Mirad el árbol de la Cruz, en donde estuvo clavado Cristo, el salvador del mundo»

Al llegar al presbiterio los sacerdotes doblaron la rodilla y veneraron la Cruz de Cristo, así lo hizo toda la asamblea.

Seguido de este acto se dió paso al Padre nuestro y la comunión, se rezó la oración después de la comunión y se retiraron todos en silencio.

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