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Aranceles para Hollywood fallan en economía, pero son políticamente inteligentes

La disrupción tecnológica, como el uso de la inteligencia artificial, amenaza los puestos de trabajo y amaga con transformar todo el modelo de negocio de la industria; el plan de Trump ofrece “protección”

Redacción / Agencia. México., 12 de mayo de 2025.-La atención de MAGA siempre ha sido en la fabricación. Donald Trump habla de traer de vuelta las líneas de producción al Medio Oeste porque muchos de los votantes con una economía precaria más receptivos a su mensaje eran trabajadores despedidos de fábricas en antiguas ciudades industriales.

Sin embargo, la semana pasada, el presidente empezó a hablar de aranceles, pero no dirigidos al acero, sino a las películas hechas en el extranjerro. Ahora quiere “Hacer que Hollywood sea grande de nuevo”, presionando a las empresas a producir más películas en EU.

A primera vista, la idea de que la industria cinematográfica necesita protección parece descabellada. Estados Unidos es el principal exportador de películas. La mayor parte de los ingresos de Hollywood proviene del público en el extranjero que disfruta de las cintas estadunidenses. Son una parte fundamental del poder blando de EU. Ante esto, la protección arancelaria provocó el habitual escepticismo desdeñoso de los liberales (y muchos conservadores), que creen que la mayoría de lo que hace el presidente es una locura.

Se equivocan. Como tantas ideas de Trump, esta puede ser económicamente defectuosa, pero políticamente es inteligente.

Hollywood es una gran ciudad sindicalizada y está cerca del condado de Orange, un semillero MAGA. Al igual que los trabajadores siderúrgicos de Pensilvania y los maquinistas de Indiana se vieron en una situación más precaria por la crisis de China, Hollywood no solo está preocupado por la competencia extranjera barata, que lleva años arrebatando trabajo de producción a Los Ángeles, sino también por tecnologías que desplazan empleos, como la inteligencia artificial, y que transformarán de forma radical todo el modelo de negocio de la industria.

Para sacar provecho de esto, Trump ofrece su receta habitual: si te preocupa el futuro, te ofreceré una solución que no funcionará económicamente (los aranceles de represalia causarán poco daño en el extranjero, mientras que perjudicarán a Los Ángeles), pero que te hará sentir protegido políticamente. En su estilo de estafador, captó la esencia de lo verdadero: el contenido, los medios y la programación son la zona cero de una nueva clase de trabajadores del sector servicios “con precariedades” (el precariato) que temen que sus futuras oportunidades sean mucho menos prometedoras que las del pasado.

Este es el tipo de personas que tienen más probabilidades de ser atraídas por la extrema derecha. Como demuestra una serie de investigaciones académicas, si bien la pobreza absoluta puede disminuir el apoyo al populismo de extrema derecha, los votantes de clase media preocupados por el futuro suelen sentirse atraídos por él y sus falsas promesas de mejores oportunidades. Este precariado, decreciente y que grita, se inclina por la extrema derecha en EU, así como en muchos países europeos.

Trump no es el único que toca el tema en Hollywood. El gobernador de California, Gavin Newsom, propuso créditos fiscales mucho más grandes para la industria cinematográfica con el fin de recuperar el empleo de la clase media en el ramo: operadores de cámara, electricistas, maquilladores y otros que quedaron desplazados por sus homólogos extranjeros a medida que la producción se trasladó a lugares donde la mano de obra es más barata y el público es mayor.

Pero estos empleos también son vulnerables a la tecnología, un mejor equipo digital significa que no se necesita tanta gente corriendo con cámaras, y los filtros pueden hacer el trabajo de los maquillistas en algunos casos. Es más, la disrupción tecnológica también amenaza el trabajo que se realiza más arriba en la cadena creativa.

Los medios, el contenido y la programación —todos pertenecen a las principales industrias de California— son los que se ven más afectados por la inteligencia artificial. Este tema fue central en las batallas laborales de 2023 que libraron los guionistas y actores de Hollywood. No se trataba tanto de salarios y prestaciones, sino de cómo las empresas utilizan los activos intangibles y la propiedad intelectual, como las ideas para historias o las imágenes y voces digitales, el control que tienen los trabajadores sobre aspectos como la IA y cómo se reparte la riqueza derivada de todo esto.

Los activos intangibles —software, patentes, datos digitales, marcas registradas y otra propiedad intelectual— representan alrededor de 80 por ciento del valor de los balances de las grandes empresas. Esto tiene sentido, dado que vivimos en una economía de servicios cada vez más dependiente de los datos digitales. El porcentaje de riqueza que reside en la propiedad intelectual seguirá creciendo.

Hollywood depende más de los activos intangibles que la mayoría de los sectores. Muchos actores se iniciaron en el cine, junto con su afiliación sindical, gracias a algunas actuaciones como extras. Pero la imagen digital está eliminando gran parte de ese trabajo. Y muchos guionistas son reemplazados, no solo reciben ayuda, por ChatGPT.

Es posible que los medios estén en la primera línea de la disrupción, pero el derecho y la atención de salud no se quedan atrás. Habrá muchos lugares donde Trump puede cultivar una base política más amplia con promesas de mantener alejados a los extranjeros y la automatización. Puedo imaginarlo prohibiendo que los radiólogos extranjeros lean radiografías estadunidenses o fijando la mira en los grandes bufetes de abogados que contratan investigadores virtuales. La verdad sobre lo que ayuda o perjudica económicamente a las personas no es importante aquí. Se trata de una óptica política.

A medida que los demócratas se adhieren cada vez más a una agenda de “abundancia” que se centra en la reforma regulatoria y no tan diferente de las políticas neoliberales de la década de 1990, consolidándose como el partido de los privilegiados, Trump está cultivando un nuevo grupo de trabajadores ansiosos, esta vez en el sector servicios. Es muy inteligente. Y problemático. Si bien la línea de fabricación MAGA atrae principalmente a un pequeño grupo de trabajadores manuales en un puñado de estados columpio, el sector servicios representa 79 por ciento de la fuerza laboral estadunidense. Una política en efecto precaria.

Fuente: Milenio

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