Senadoras veracruzanas y el escándalo nacional
La vuelta a Veracruz en un teclazo
Yamiri Rodríguez Madrid
Otra vez, la senadora plurinominal, oriunda de Minatitlán, Claudia Balderas Espinoza, volvió al ojo del huracán luego de que la semana pasada, en el cierre del periodo ordinario de sesiones, la bancada de Morena y sus aliados, aprobaran en lo oscurito un paquete de 20 iniciativas que ahora serán impugnadas por la oposición. Ella fue una pieza clave en lo que han denominado el Viernes Negro. En el escándalo nacional se vio arrastrada su suplente, la ex diputada local xalapeña, Tanya Carola Viveros Cházaro.
De todos es sabido que, dicha noche, el voto de cada senador era crucial, pero Balderas, que pertenece a las comisiones permanentes de Comunicaciones y Transportes, Ciencia y Tecnología, Federalismo y Desarrollo Municipal, Estudios Legislativos Primera, Organismos Internacionales y Reglamentos y Prácticas Parlamentarias, andaba de comisión por Bélgica.
Para no fallarle a Pitágoras, mandaron a traer a la xalapeña y ahí, solitos, se metieron en camisa de once varas. Si Carola entró en funciones, entonces Claudia estaba de licencia, lo que quiere decir que entonces no podía representar al Senado en esa visita oficial; por ende, todo el gasto deberá correr por su cuenta. Quisieron hacer pasar por alto que no pueden estar en funciones la senadora titular y la suplente y ahí se enredaron con los oficios. Si toman en cuenta el voto de la suplente, la titular está en problemas. Si reconocen el viaje oficial -que por cierto sigue en el viejo continente-, entonces el voto de Carola es otra ilegalidad.
Pero Claudia Balderas es un imán para los escándalos. Poco sabemos de su trabajo pues se ha dado a conocer por los problemas. Antes de este enorme conflicto, estuvo en los medios nacionales en septiembre del año pasado por agredir dentro del Senado a una trabajadora, que además es su prima. La acusan de no pagar la renta y no quererse salir del departamento que renta en la Ciudad de México pese al jugoso salario mensual que percibe. Y ya ni hablemos de los accidentes y detenciones de personajes muy cercanos a ella.
Al final, como esa canción ochentera de Alaska y Dinarama, aunque la gente la señale, le apunte con el dedo; susurre a sus espaldas, a Claudia Balderas le importa un bledo. Vaya representante tenemos…
@YamiriRodriguez