Rocío: 4 meses

Lo que yo pienso.
Juan Javier Gómez Cazarín.

Mañana martes se cumplirán cuatro meses de Gobernadora de la ingeniera Rocío Nahle García. Por ese efecto elástico que tiene el tiempo en nuestras mentes, por un lado, parece que 121 días pasaron volando; y por el otro, parece que han ocurrido tantísimas cosas en este breve periodo, que tenemos la impresión de que duró mucho más.
Hoy, por lo pronto, estuve siguiendo con atención su conferencia de prensa. Hablaba de regularizar -sin pasar a báscula a la gente, sino regularizar por las buenas- a la inmensa cantidad de motocicletas que circulan por el Estado sin placas, con placas piratas o hasta con placas de coche.
La vi plantear una visión de orden, sin ser sancionadora y sin ánimo de sangrar a la gente. Percibí a una Gobernadora madura, como un pez en el agua, como una mujer que pareciera -como lo fue- haberse preparado por mucho tiempo para este momento, su momento de servir a Veracruz.
Habló, nada menos, de un acueducto de mil millones de pesos para garantizar el agua potable a Xalapa. Y todos los días son noticias así.
No puedo menos que admirar a la Gobernadora. Lo dije en su momento: quienes nos dedicamos a la política tenemos que reconocer cuando alguien nos rebasa en estatura, en preparación, en trayectoria.
En cuatro meses, un tercio de su primer año -o la décimo octava parte de su sexenio, si lo quieren ver así-, Rocío Nahle ya nos demostró que es la Gobernadora que Veracruz necesita.
La pregunta lógica es la siguiente: si en cuatro meses ha logrado poner al Estado y a sus instituciones en movimiento, en alianza con la presidenta Claudia Sheinbaum, ¿qué podemos esperar en los siguientes 68 meses? La respuesta es muchísimo más. ¿Cuánto más? No lo sé, porque el resultado de la suma de energías del Estado y el Gobierno de México no se puede predecir fácil.
¿Vieron la noticia del cruce de coches por el Corredor Interoceánico? A eso me refiero.
Y es odioso decir “se los dije”, pero la neta es que yo se los dije hace varios años. A mucho orgullo, me jugué mi carrera política con ella. Hoy no quepo de contento.