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Micromanagement en la administración pública

Tercero Interesado

Carlos Tercero Solís

El micromanagement, también conocido como gestión excesiva o control excesivo, es un estilo gerencial de liderazgo en el que se controla de cerca el trabajo de los subordinados, involucrándose frecuentemente en detalles menores y dejando poco espacio para la autonomía e independencia en la toma de decisiones, que no es exclusivo de la iniciativa privada; sino que igualmente está presente en la administración pública, con efectos generalmente negativos, tanto en la fuerza laboral, como en la eficiencia general de empresas e instituciones.

En el caso de las instituciones públicas, se requiere que estas evolucionen a la par de la realidad y entorno sociopolítico, a fin de cumplir con su encomienda social, y ello, requiere que igualmente evolucione el estilo gerencial de mandos intermedios y superiores, en quienes recae la responsabilidad de dirigir las tareas que den cumplimiento a las atribuciones y metas específicas de cada dependencia y en lo que adoptar la posición de “micromanager” que supervisa el trabajo de cada subordinado para decirle exactamente qué debe hacer en cada situación, por irrelevante que sea, cuestionar cualquier decisión o propuesta hecha por miembros de su equipo, preocupándose en exceso por detalles irrelevantes, contaminando el ambiente laboral, circunstancia que puede tener el noble origen de incrementar la eficiencia y eficacia, aunque sin percibirlo, no por la mejor vía; es decir, a pesar de buenas intenciones, perjudica y limita el cumplimiento de metas y resultados. El verdadero liderazgo consiste no en indicar a los subordinados qué es lo que tienen que hacer, sino que les delega la confianza y la responsabilidad suficientes para que se involucren y comprometan en el cumplimiento de atribuciones y metas del área.

Uno de los principales efectos nocivos del micromanagement en la administración pública es la disminución del ánimo y buen ambiente del equipo de trabajo, que se contrapone a una cultura organizacional deseable, que como resultado disminuye la productividad de los empleados y en casos severos se llega a convertir en acoso laboral, aunque hay que reconocer que no todos los trabajadores tienen la capacidad de trabajar bajo presión y cuando se sienten observados y controlados experimentan estrés y ansiedad que les genera insatisfacción laboral, pero cuando se trata de un clima organizacional adverso, el equipo en general refleja apatía, ausentismo y una elevada rotación de personal, mermando así la eficiencia y la efectividad de las dependencias y oficinas gubernamentales, al socavar la confianza, iniciativa y creatividad de los empleados, que sienten no alcanzar, a pesar de su esfuerzo y resultados, la confianza de su superior jerárquico.

El rigor administrativo del micromanagement tiene, igualmente, un impacto negativo en toma de decisiones, pues tiende a centralizarlas y a sobreregular procesos, retrasando la implementación de proyectos y programas, dificultando la respuesta oportuna a oportunidades y desafíos emergentes. En esa centralización, los directivos pueden asumir la responsabilidad de los resultados, tanto positivos como negativos, generando una distorsión en la evaluación del desempeño y dificultades para identificar y abordar problemas de rendimiento.

Básicamente, lo que funciona mal en el gobierno, en las dependencias públicas, debilita la confianza de la ciudadanía en sus autoridades e instituciones, por ello, corresponde principalmente a los mandos superiores e intermedios el evolucionar del esquema de administración burocrática a la gerencia gubernamental y de gestión pública, que brinde la certeza a los contribuyentes de que su dinero, en forma de impuestos, es debidamente devengado en el gasto corriente de las oficinas públicas que en esencia están para servirle, lo cual requiere líderes y gerentes que adopten enfoques de liderazgo más colaborativos y que fortalezcan el desarrollo y crecimiento integral, impulsando la autonomía, la confianza y la responsabilidad entre los empleados y, para lograrlo, no hay mejor forma que con el ejemplo; poco se puede exigir cuando la incongruencia es la constante.

Carlos Tercero

3ro.interesado@gmail.com

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