- Domingo de Ramos reaviva nuestros deseos de justicia.
Redacción / Ventanaver. Xalapa, Ver., 24 de marzo de 2024.- Una causa noble no debe volvernos fanáticos ni convirtiéndonos en enemigos y hasta en verdugos de los demás, sino que debe darnos convicciones profundas a grado tal que podemos amar a todas las personas, como Jesús lo hizo. El relato de la pasión del evangelio de Marcos presenta a Jesús decidido a entregar su vida por fidelidad a la voluntad del Padre. A Cristo no lo mueve la espectacularidad, tampoco el ser el centro de atención con un protagonismo para beneficiarse a sí mismo. La razón central de su ser y actuar es la fidelidad al proyecto del Reino, que es justicia, paz y alegría fraternal. Éstas no son una ilusión ni propuestas pasajeras e irrealizables en la vida de las personas. La entrada de Cristo a Jerusalén indica que el Reino de Dios está llegando, que ya está entre ellos y que se construye con y desde él para todos sin exclusión de nadie.
Con la entrada humilde y eficaz de Cristo a Jerusalén para morir, Jesús aparece convencido de que el modo de cumplir su misión sí cuenta; es decir, su fidelidad a la voluntad de su Padre pide tomar con seriedad los medios que se utilizarán; por esto no entra a Jerusalén haciendo alarde de poder, mucho menos haciendo un espectáculo, sino testimoniando sencillez y evidenciando que el proyecto de Dios sólo es posible construirlo con paz, justicia y reconciliación. Esta es una tarea de todos los bautizados y hombres de buena voluntad que desean un México y un Veracruz donde se promueva y defienda la dignidad de la vida, el bien común y la paz social.
Finalmente, Marcos nos muestra a Jesús resuelto a todo con tal de mantenerse en fidelidad a la voluntad del Padre; es cierto que lo asesinarán, pero él ha decidido previamente entregar la vida por fidelidad a Dios y por solidaridad con los seres humanos. La entrada a Jerusalén es apenas el primer paso que retoma la razón de su decisión, la causa del Reino, y que lo abre a la finalidad, la entrega de la vida en la cruz, para después resucitar. Todos estamos invitados, a raíz de la celebración del domingo de Ramos, pata vivir con más decisión, convencimiento y resolución el camino abierto por Cristo para hacer presente el Reino de Dios en nuestra sociedad necesitada de perdón y reconciliación.