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Nuestra buena Madre nos ayuda en las batallas


Queridos hermanos y hermanas en Jesucristo:

Entre nosotros la fiesta de Nuestra Señora del Rosario tiene mucho que decirnos. En la Arquidiócesis de Xalapa tenemos un cariño muy especial por la Santísima Virgen y por el rosario. Yo sé que en todas las comunidades religiosas y en nuestro seminario diocesano el rosario forma parte de la vida de quienes se están configurando con el cristo. Sé también que todos los días se rezan incontables rosarios en la extensión de nuestra Iglesia de Xalapa porque son muchos los grupos y movimientos que como parte de su carisma tienen la gracia de rezar el rosario.

También tenemos familias que se congregan ante la Santísima Virgen para ofrecer este ramo de oraciones. Sé de niños que junto con sus catequistas rezan a María en cada reunión del catecismo. También me emociona saber que muchas mamás y papás, abuelitos y abuelitas tienen gastadas las cuentas de sus rosarios porque día con día invocan la intercesión de nuestra Buena Madre por sus familias, y desde luego, por tantas necesidades que atraviesa el mundo. Esto es caminar, con paso firme, hacia la santidad. Los biógrafos de innumerables santos, resaltan el cariño especial que ellos tuvieron por María y muchos otros, por el rosario directamente. Muchas generaciones de sacerdotes que nos han precedido son bien recordadas entre nosotros por su amor mariano.

Sabemos que nuestra Señora se le apareció a santo Domingo y fue, ella misma quien como una madre tierna y amorosa le enseñó a rezar para que, a su vez, este sacerdote enseñara a muchos esta oración que ella ha regalado al mundo. Sabemos también que una de las justificaciones de esta fiesta fue la victoria en una batalla. Pues bien, estos hechos del pasado, son vivos y muy elocuentes en el presente, porque María nos enseña esta noble oración, una oración sencilla, discreta, sin complicaciones ni erudiciones; se trata de la oración de la sencillez, de la humildad.

Y cada vez que rezamos el rosario, experimentamos en carne propia y con los nuestros, junto a nuestra Iglesia que es María quien nos ayuda a salir victoriosos en tantas batallas que tenemos que enfrenar diariamente. Como ha dicho recientemente el Papa Francisco, el rosario es un arma poderosa contra el mal y un medio eficaz para obtener la verdadera paz en nuestros corazones.

El misterio del mal que tanto daño nos hace de muchas maneras, podemos enfrentarlo juntos con María. Ella que nos conduce a Cristo nos ayuda para hacer frente a toda la dinámica que corrompe los ambientes de la vida. Ella nos ayuda a vencer al enemigo. Los biógrafos del santo cura de Ars dicen que el enemigo mismo le dijo a san Juan María que no podía hacerle daño porque él le rezaba a la Vírgen María. Esta es nuestra experiencia también, siempre que nos dejamos acompañar por ella, siempre que le cantamos al final de cada eucaristía, siempre que la invocamos, experimentamos que ella nos conduce a Cristo y con el Señor siempre somos vencedores.
En esta fiesta de nuestra Señora del Rosario acerquemos a ella con la memoria agradecida por tantas batallas que ella misma nos ha ayudado a librar. Hagámosle saber a María lo agradecidos que estamos con ella que siempre nos lleva al Señor, porque los misterios del Rosario hablan de los grandes Misterios de la vida de Jesucristo.

No dejemos de acercarnos a María, de experimentar su ternura, su compañía, y también su consuelo. Y sigamos siendo una noble Iglesia sinodal y orante en la que unos piden por el bien de los demás en el rosario. Pedimos unos por otros, cumpliendo esa llamada a la oración que nos ha hecho Jesús.

Con María, todos discípulos misioneros de Jesucristo

Xalapa de la Inmaculada, Ver., 7 de octubre de 2023.

♰ Jorge Carlos Patrón Wong.

V Arzobispo de Xalapa.

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