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Cuando el retiro nos alcance

Tercero Interesado

Carlos Tercero Solís

En los últimos días, diversas manifestaciones en Francia han expuesto la inconformidad social hacia las reformas al sistema de retiro. De entrada, parece un asunto propio y exclusivo del país galo, sin embargo, considerando la enorme influencia e impacto que históricamente las ideologías y movimientos sociales franceses han tenido en el mundo y específicamente en el continente americano, es que llama la atención en primer lugar que uno de los sectores que ha participado de manera más activa, es el de los jóvenes, quienes en muchos de los casos se oponen al impacto que las reformas tendrán en el futuro cercano de sus padres, pero en muchos otros también, llevan implícita la preocupación personal de miles de jóvenes que ya desde su corta edad toman conciencia sobre la importancia de planear su retiro a cuatro décadas o más de distancia.

El tema no es menor y aunque mediáticamente el impacto se centra en Europa, líderes mundiales de opinión se han expresado al respecto, como Elon Musk quien tuiteó: “Macron está haciendo lo difícil, pero correcto. La edad de jubilación de 62 años se fijó cuando la esperanza de vida era mucho más corta. Es imposible que un pequeño número de trabajadores mantenga a un gran número de jubilados”. Personalmente, considero que al Presidente Macron le asiste la razón, dada la enorme carga al erario que dicha política pública representa, así como el hecho de que el cambio no se trata de algo discordante, pues son solo dos años, es decir, la edad de retiro pasa de los 62 a los 64 años. En fin, es un asunto que deberán resolver de manera interna en aquel país, pero que sirve para despertar el interés y análisis de lo que el mismo tema implica en México, donde por supuesto vivimos una realidad muy diferente, comenzando por el nivel de involucramiento social en un tema que, erróneamente, parece ser exclusivo de los adultos y adultos mayores, y en lo que difícilmente un joven repara en reflexionar y mucho menos planear.

En nuestro país, la edad de jubilación por vejez es a los 65 años (un año más de lo que ha determinado el gobierno de Francia) y se requiere de al menos mil semanas cotizadas ante el Instituto Mexicano del Seguro Social y/o el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado; o bien, los años que especifican los institutos de pensiones de los estados, para poder disfrutar de una pensión al término de la vida laboral formal.

Por su alto impacto social, es un tema que demanda a la brevedad una mayor sensibilidad por parte del legislativo federal, que se ha quedado corto al resguardar la estabilidad patrimonial de quienes al final de su etapa laboral solo tendrán el soporte que represente su AFORE (Administradora de Fondo para el Retiro), instituciones financieras que administran las cuentas individuales de los trabajadores afiliados al IMSS e ISSSTE, próspera actividad financiera y enorme negocio con beneficio casi exclusivo que se concentra en nueve instituciones privadas y una pública en el país, que obtienen dividendos multimillonarios y lamentable e injustamente, solo aportan una miserable utilidad marginal a la cuenta individual de cada trabajador.

Sin caer por supuesto, en el extremo de un panorama sombrío y distópico como el planteado en “Cuando el destino nos alcance” (Soylent Green), éxito cinematográfico de 1973; sí debe ser un asunto prioritario para el Estado Mexicano, pues conlleva el bienestar en el último tramo de sus vidas de la inmensa mayoría que día a día trabaja en una monótona rutina que les hace imperceptible, hasta que es demasiado tarde, la necesidad de acumular las semanas cotizadas y, ante una realidad nacional que dificulta una consolidación patrimonial que permita una vejez digna; de ahí la relevancia del beneficio universal que otorga el Gobierno de México a los millones de adultos mayores que a partir de los 65 años reciben un apoyo bimestral de 4,800 pesos ($79/día), muy poco para algunos, e invaluable para quienes lastimosamente no tuvieron la oportunidad de aspirar a una pensión, ni generar un patrimonio durante su vida laboral.

Carlos Tercero
3ro.interesado@gmail.com

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