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La trata infantil a niveles alarmantes, Yolanda Orduña

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Por Edgar Hernández*

Entre las violaciones graves a los derechos humanos, la trata de personas es uno de los crímenes más violentos, por ello es perseguido y penado en todo el mundo, escribe en su más reciente análisis Yolanda Orduña, especialista y activista en derechos humanos Internacionales.

La también doctorando y maestra en Administración Pública y abogada con tres décadas de experiencia en gobiernos federal y estatal, da cuenta que la trata de personas se define como “la captación, el transporte, el traslado, la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción con fines de explotación”.

En México, este cáncer se ha propagado de manera peligrosa de tal suerte que ya forma parte de la estadística particularmente en lo que se refiere a la trata de niños y adolescentes.

“En un entorno global, regiones como África, el sur de Asia, Asia Central, Europa oriental y Latinoamérica suelen ser el punto de origen de las víctimas, que son trasladadas hacia regiones más industrializadas y poderosas económicamente”, sostiene la especialista condecorada con el “Galardón Forjadores de México, Mujer Líder 2021”.

Sin embargo, para el caso de México la situación se ha tornado particularmente delicada, puntualiza la experta.

“De acuerdo a -A-21-, organización que se dedica a luchar contra este delito, nuestro país ocupa el tercer lugar a nivel mundial de trata, con fines de explotación sexual y mendicidad de menores”.

La punta de la hebra se encuentra en la misma familia.

“La trata de personas inicia con un engaño de gente muy cercana, una pareja sentimental, una oferta laboral o por la vía de las redes sociales –como se ha recrudecido en últimas fechas en Veracruz-”.

Cifras relevantes.

Según el informe global sobre la Trata de Personas de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) de 2020, casi el 50% de las víctimas “se trata son mujeres adultas, mientras que un tercio comprenden niñas (19%) y niños (15%).

Efectos de la pandemia.

La ola epidémica por Covid-19 ha agravado este problema. “La recesión económica –sostiene la maestra Yolanda Orduña- provocada por la crisis sanitaria incrementa los factores de riesgo para la gente que busca mejores oportunidades de vida”.

“Y es que las ganancias son millonarias, acercándose a los 32 mil millones de dólares. Por ello, al ser un negocio tan lucrativo, la delincuencia organizada se atreve a hacer lo que sea, de ahí su incidencia”.

Factores.

Escarbando más al fondo de esta problemática la especialista refiere que los factores que coadyuvan a este delito, tienen su origen en los problemas socioculturales.

“Sus raíces están en la explotación sexual en donde el 50% de las personas son obligadas a ejercer la prostitución”.

En segundo término esta la injerencia del crimen organizado que recluta a jóvenes que en aras de llevar apoyo económico a sus familias secuestran y delinquen sin importan el grave daño familiar y social que provocan.

Otro factor a toma en cuenta es obligar a las víctimas al trabajo forzado, muchas veces en condiciones de esclavitud.

La mendicidad es otro elemento a considerar.

Esta actividad está dispuesta de manera preferencial para niñas y niños manejados por poderosas organizaciones delictivas.

El lastre social que arroja la trata también incluye la venta de personas, la violencia de género y el contexto migratorio que se da al no existir el bienestar económico que obliga a los paterfamilia, jóvenes y niños a abandonar sus hogares enfrentando peligros como el secuestro y desaparición forzada.

En su análisis la maestra Orduña no deja de lado la venta de órganos, embarazo obligado y venta de bebés.

“Las penas en la legislación mexicana son severas, hasta de 40 años, pero aun así la incidencia no baja”.

“Es por ello que las procuradurías y fiscalías generales, así como la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, están obligadas a redoblar esfuerzos y ofrecer todo el acompañamiento institucional posible”.

“¡Aún es tiempo”!, concluye.

Tiempo a tiempo.

*Premio Nacional de Periodismo

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